Escuela de Música del estado Mérida EMEM Y La Fundación Para el desarrollo Cultural del estado Mérida FUNDECEM Informan que las Inscripciones Abiertas para los Talleres Próximos de Percusión Interesados dirigirse a la Escuela de Música del Estado Mérida pasos abajo del Comando General de la Policía del estado Mérida frente al Banco Provincial Transversal del Viaducto a Partir del Día 03 - 04 -2019 LA FECHA DE LOS TALLERES SERA 23 Y 25 DE Abril del presente año , se entregara Constancia del taller para quienes asistan EL TALLER ESTA DIRIGIDO A TODO PUBLICO SERA EN HORARIO DE LA MAÑANA COMENZARA A LAS 9 Y 30 Y CULMINARA A LA 1 CON 30 MINUTOS DE LA TARDE Dicho taller pertenece al ciclo de talleres de formación COSTUMBRES TRADICIONES ENCUENTRO CON LO NUESTRO - Formas Rítmicas en Percusión el contenido programático se dará el mismo día en el inicio del taller.Gratuito ENTRADA LIBRE

Temperatura Actual /Pronostico del tiempo

El tiempo - Tutiempo.net

AVISO

Se Informa que están abiertas las Inscripciones de forma Permanente en la escuela de música del estado Mérida para los talleres a realizarse en los próximos días , estos talleres serán de los distintos instrumentos principales , tales como cuatro , guitarra , violín , piano , mandolina, Canto etc. para inscripciones y mayor Información referente a estos talleres a realizarse dirígete a la escuela de MUSICA DEL ESTADO Mérida final de la avenida Urdaneta con transversal del viaducto frente al banco provincial una cuadra abajo del comando de policía y la brigada.

Translate

.

Buscar este blog

domingo, 10 de junio de 2018

Portafolio de Evidencias el cual Documenta el Trabajo Musical llevado a cabo junto a la Unidad De Artes Escenicas De FUNDECEM por Johan Manuel Marquez quien se desempeña como Músico Percusionista.

Portafolio de Evidencias el cual Documenta el Trabajo Musical llevado a cabo junto a la Unidad De Artes Escenicas De FUNDECEM
por Johan Manuel Marquez ,quien se desempeña como Músico Percusionista.


25-04-2018 Apertura De La Unidad
De Manifestaciones Tradicionales Venezolanas proyecto del Grupo Estable de Fundecem perteneciente a la Unidad de artes Escénicas de la fundación para el desarrollo cultural del Estado Mérida.

Unidad de Manifestaciones Tradicionales de la Fundación para el Desarrollo Cultural del estado Mérida, desde donde se busca rescatar manifestaciones Tradicionales, y también fomentar su estabilidad en el tiempo y en la memoria
colectiva del Merideño.

El evento se aperturo con un representación
de las manifestaciones
indígenas del estado Mérida
Específicamente de los indígenas
asentados en la gunillas estado Mérida.

Está representación se realizó basada en una vieja tradición, que viene desde los indígenas, al celebrar con bailes y música de la llegada de las lluvias. El rito original, llamado la Bajada del Ches (El Ches era el Dios de las lluvias), consistía en una procesión en las cercanías de la laguna, donde danzaban los indios, con las caras pintadas de achiote y cubiertos de pieles. Danzaban al compás de las maracas, las chirimías y los tambores, recorriendo los pueblos, según nos cuenta Julio César Salas investigador. En la actualidad el baile ha sufrido las transformaciones propias, al entrar
en contacto con la cultura española.

La historia de este pueblo, muy rica en cuanto a los acontecimientos que allí se dieron, se remonta en el pasado a una civilización indígena bastante organizada de hombres y mujeres que se asentaron en estas tierras en el siglo V a. C. Sus habitantes vivían de los frutos del maíz, yuca y otros cultivos. Eran hábiles agricultores y empleaban técnicas avanzadas como el uso de las terrazas de cultivo en las laderas empinadas y la construcción de depósitos de agua o Estanques, llamados kimpúes, para alimentar a los sistemas de riego. Hacia la parte sur del poblado, en Llano Seco, se han realizado excavaciones donde se han encontrado los restos de la antigua civilización.
Vivían en paz y armonía con la naturaleza, respetando al medio ambiente. Eran la gran nación de los Jamuenes que incluía las tribus timoto cuicas de los Quinaroes, Orkases, Mucumbús y Mocollones.

Como en casi toda Latinoamérica, en Lagunillas, la anterior población indígena fue mestizándose al mezclarse con los españoles y personas de otras nacionalidades durante 500 años, hasta ser la población de hoy, incrementándose con el tiempo a pesar de hechos como la Guerra Federal y, sobre todo, la emigración convertida en éxodo rural con el descenso de la producción del café en el siglo XX.
En Lagunillas la cultura es rica con variadas celebraciones, leyendas y otras manifestaciones folklóricas o culturales.
  











Posteriormente se el grupo Estable de la fundación para el desarrollo cultural del estado Mérida 

‘’Son Tradiciones’’ Dio Una muestra de música tradicional venezolana finalizando 

Con una Muestra de la Manifestación de los Giros de San Benito Realizada en Mucuchies 

Estado Mérida.





San Benito de Mucuchíes
Mucu es una palabra del acervo indígena, compuesta por dos raíces: "Mu" y "Cu", cuyo significado se presta a confusión al considerarse una palabra simple. No es la intención hacer un breve tratado etimológico, sólo que en nuestro rico castellano de este lado del Atlántico, las palabras juegan con múltiples sinónimos que se pierden en el tiempo, y nuestro gentilicio evoluciona dándoles matices propios.

"Mu" se deriva de lenguas del tronco étnico Chibcha, grupo étnico que ocupaba parte de lo que en Suramérica conocemos como la Cordillera de los Andes, de la cual forma parte la Sierra Nevada de Mérida, que recibe su nombre del Estado o Provincia en donde este sitio geográfico se ubica, desde la cual arranca esta crónica.

Este prefijo "Mu" en su interpretación más antigua, significaría "la tierra sagrada", "la tierra de los antepasados". Los labriegos de esta zona acostumbran a decir a quienes preguntan sobre el origen de "Mucu", que significa la "tierra bonita" o "tierra hermosa de los antiguos". Respecto al sufijo "Ku", el mismo haría referencia a todo parentesco que se establezca por la línea materna, esto conforme al dialecto Tunebo (otra etnia que poblaba nuestra América andina) y que para la época en que los llamados conquistadores hispanos llegaron al país, en el español de este tiempo histórico se desconocía el uso de la letra K, con lo cual la palabra se escribirá en realidad como "Cu".

Mucuchíes es una población ubicada en el Estado Mérida, es la capital del Municipio Rangel de dicho estado, situada dentro de los límites geográficos del Parque Nacional Sierra Nevada.

Este poblado tiene una tradición de ser una región que se autoabastece con sus productos agrícolas, donde predomina la actividad de siembra y producción de distintas frutas y hortalizas, destacando el cultivo de diversos tipos de papas, con variedades cuyo uso en la cocina y para la distribución masiva al resto del país, sigue siendo una actividad agrícola pujante, pese a que las condiciones de la siembra y cosecha en otras ramas alimenticias de otras regiones de Venezuela, han sufrido desmedro y calidad.

Como toda región geográfica, en donde la vida productiva transcurre en torno a los productos de la tierra, su tradición folclórica gira en más de un sentido, en torno a celebrar y agradecer la generosidad de los frutos obtenidos en cada estación, pero en este caso con un sincretismo religioso, en donde las figuras del panteón católico se enlazan con prácticas heredades de las etnias que alguna vez poblaron las altas montañas, y logran mostrar a propios y extraños una manifestación cultural que ya lleva muchos años de tradición, dentro del calendario de las festividades religiosas tradicionales de nuestro país.


 



 

En Mucuchíes, pese a que la irrupción del inevitable urbanismo dentro de la dinámica campesina de sus habitantes, le ha dado aportes de modernidad a las relaciones humanas y comerciales, siguen conectados a todo lo que preserve su ancestral modo de vida, y la relación con la naturaleza que los rodea. Perviven en ellos un gran sentido de pertenencia a la tierra, una conexión que sus antepasados establecían desde lo divino, mostrándolo en una veneración que daban a los elementos primigenios de la naturaleza (agua, tierra, aire, fuego) a los cuales se debían su supervivencia, y con preminencias son considerados y fueron venerados: El Sol como una divinidad a quien identifican con el nombre de Ches, figura solar también conocida como Dios Sol, Páramo o Arco; el Agua manifestada en los manantiales, lagunas y ríos abundantes, las piedras a quienes se ve como guardianes de los espacios naturales, vigilantes en medio de la naturaleza virgen, las formaciones rocosas que abundan en esa zona se consideraban la influencia benéfica, protectora para cada siembra que se emprendía. A cada uno de estos elementos, se les atribuía (aún muchos lo creen), una influencia mágica en la existencia propia y a quienes se ofrecía ofrendas, los mismos vegetales y demás frutos del campo, para agradarles y mostrarles gratitud por la generosidad de la cosecha que se ha obtenido.
Producto de esta exposición de creencias y costumbres, a medias religiosas, a medias paganas, fenómeno que se evidenció con más fuerza con la llegada de los españoles a lo que luego se conocería con la denominación del Nuevo Mundo, los ritos y tradiciones ancestrales se fueron transformando, recibiendo aportes de la religiosidad y el imaginario europeo. La nueva doctrina cristiana busca suplir las creencias originales de las poblaciones aborígenes, para conformar una nueva sociedad que se alimenta y estructura como producto de ese intercambio de paradigmas. Es así como van naciendo nuevas formas de venerar a los antiguos dioses a través de las nuevas divinidades cristianas.


La Fiesta de San Benito

Orígenes de un culto popular

Dentro de la amalgama de fiestas religiosas con un marcado matiz folklórico, de carácter tradicional, destaca en todo el Páramo Merideño, que es como se conoce coloquialmente esta región, la denominada Fiesta de San Benito de Palermo o Los Giros de San Benito, que se celebra los días 29 y 30 de Diciembre de cada año. Esta festividad es la principal dentro de un calendario de celebraciones religiosas, que abarca todas las Navidades y que culmina el 6 de Enero 
del siguiente año. 
La devoción al Santo de Palermo es de vieja data en Venezuela, y se remonta al dato biográfico en que se hace mención a San Benito como hijo de esclavos.
Cristóbal y Diana eran los nombres de sus progenitores, quienes servían a un viejo rico terrateniente italiano. Preocupados los padres del futuro santo, pues no querían que sus hijos heredaran su condición, le dirigen esa súplica a su dueño y este compadecido de ellos, les promete que al menos el primero de sus hijos no sería esclavo, siendo así que Benito trabaja y vive como un pastor y agricultor libre, hasta que ingresa a la Orden Franciscana, en donde se desempeña como cocinero (dato que explicaría el que en la zona de Mérida se mantiene en las cocinas una imagen del venerado santo, como garantía de que el alimento no faltará nunca en cada hogar). Según cuenta la historia, se ganaba la simpatía de todos por su sonrisa y sus dones para la oración, hasta que muere en la ciudad siciliana de Palermo en el año de 1589, donde es venerado hasta el día de hoy.


Otra versión hace a Benito hijo de un esclavo africano y de una reina blanca (siciliana para más señales) y en una tercera pero no menos colorida versión local, se sostiene que "San Benito era blanco, que había pedido a Dios que lo ennegreciera para escapar de la tentación de la mujer".

Antecedentes de la llegada de una devoción religiosa 
a América

Su culto llega a nuestro país a principios del Siglo XVII, cuando los dueños de las plantaciones, en su mayoría cafetaleras, empezaron a interesarse en el tráfico de esclavos, trayendo por primera vez a Venezuela a 300 esclavos, ubicándolos en la región costera del Lago de Maracaibo, denominada Gibraltar. Era un grupo heterogéneo que provenía de distintas regiones de África, que se dedicarían a la labor del campo y de toda la actividad similar de trabajo. Con el fin de asimilarlos más a la tierra a la que habían sido llevados contra su voluntad, y desde que empezaran a cristianizarse, se les permitió incorporar sus ceremonias tradicionales a los rituales cristianos, y también ritos indígenas, como la costumbre de danzar ante las imágenes sagradas y sacarlas del templo en procesión.


Otro ejemplo claro de la presencia de la cultura africana, relacionado con el culto a San Benito, se manifiesta a lo largo de la zona costera venezolana, donde se aglutina el mayor grupo de afro descendientes, y cuya devoción al santo de color se acompaña con la música de los tambores africanos llamados Chimbangueles o Chimbangles. Los Chimbangueles son siete tambores de distintos tamaños, que toman su nombre presuntamente de una región del continente africano, ubicada entre África Ecuatorial y Angola. Esta celebración de la costa venezolana, difiere de la que se celebra en la región andina, porque la música que predomina y acompaña a la festividad en Mérida, proviene de instrumentos de cuerda, tales como el violín, la guitarra y el cuatro, un descendiente americano del laúd europeo. La percusión en este caso, queda reducida a un papel secundario.

La celebración de San Benito y sus etapas

Las Novenas

El 20 de Diciembre empiezan las llamadas "novenas" que tendrán lugar en las capillas y casas de devotos de las aldeas y pueblos aledaños a Mucuchíes. En medio de cánticos y rezos culminarán el día 28 de ese mismo mes. Funciona toda esta logística organizada a través de las Cofradías ( también llamados Gobiernos, que se asemejan a la estructura jerárquica de las sociedades o gremios de la Edad Media), una en cada caserío o poblado bajo la figura de la Junta auxiliar, ubicadas en los pueblos de Misintá (la más grande y organizada, sitio donde se encuentra la Capilla de San Benito), Mocao, San Rafael de Mucuchíes, La Toma, El Pedregal, Mitibibó, La Mucuchache, Apartaderos y la Asomada, en cada junta una persona queda encargada de pedir una limosna a personas particulares, entes públicos, comercios. Una limosna con la cual se sufragarán los gastos de la celebración y para obras de caridad. Las contribuciones en su mayor parte provienen de las personas que habitan en esas comunidades, los miembros de las sociedades y comerciantes de la zona que de buena voluntad dan su aporte para la preservación de esta tradición que tanto prestigio da al municipio donde se celebra.

La Fiesta en desarrollo


Comienza el 29 de Diciembre a las 3:30 a.m. con la ceremonia llamada " el rompimiento", que al toque de trompetas de una banda de guerra se encarga de despertar a los soñolientos vecinos, anunciando el comienzo de la gran celebración.



La distintas sociedades de los caseríos y pueblos salen en marcha desde sus respectivos lugares de origen, para encontrarse en la Capilla de San Benito de Palermo, la cual se encuentra enclavada en el hermoso Valle de Misintá, que toma el nombre del poblado que allí se ubica cuyos nativos han tradicionalmente encabezado este cortejo festivo.



Los capitanes de cada aldea participante dan parte al llamado Segundo Capitán de Misintá (no olvidemos que como dijimos al inicio de esta crónicas se sigue un orden jerárquico, que nos hace recordar que también esta fiesta sanbenitera esta ligada a los inicios de la Guerra de Independencia de Venezuela). La máxima autoridad es una persona de edad que se llama Mayordomo quien además encabezará la marcha.


En sus inicios sólo podían formar parte de esta sociedad los hombres, con el tiempo las mujeres también pasaron a formar parte de la fiesta, dando origen a la Sociedad de Mujeres, quienes participan con vistosos bailes y en cuya indumentaria predominan los colores rojos y el blanco.



Los hombres que componen la marcha, con la excepción del Mayordomo, el presidente y vicepresidente de la Sociedad, los capitanes, abanderados y el espuntero, así como los miembros de la Banda de Guerra y de la Brigada de Orden, se untan los rostros con una mezcla de hollín, aceite de almendras y vaselina, ennegreciéndolos para asemejarse a su patrono, e igual en el caso de las damas. Reunidos todos los socios, el llamado Abanderado realizará ante la imagen de San Benito como tributo, una serie de ágiles y hermosos movimientos con la bandera, siendo denominada esta suerte con el nombre del Juego de la Cruz, luego a lo largo del recorrido de la bajada de Misintá a Mucuchíes, repetirá este ritual, lo cual exige una gran fortaleza física y buenos reflejos de la persona que los realiza. A su vez el "Espuntero" realiza distintas maniobras con el "Espuntón", una especie de vara con punta afilada y con forma de cruz.

 

La bajada hasta Mucuchíes de todos los marchistas y devotos que van incorporándose a la procesión a lo largo del recorrido, va acompañada por el retumbar de la pólvora que viene de los trabucos de la "Artillería", hombres vestidos de negro, con el rostro pintado de negro, con pequeñas capas en los hombros y sombreros adornados de colores alegres y llamativos, con un ruido ensordecedor que no dejara de oírse hasta el momento en que comienza la liturgia en el templo religioso más importante del municipio: La Iglesia de Santa Lucía de Mucuchíes.




Los Giros



Previo a la entrada en el templo, la marcha que la forman además personas que portan réplicas de la imagen del santo y que desfila por las calles del pueblo, donde se puede observar el portal de cada casa, engalanado con un pequeño altar donde veremos siempre al patrón de la fiesta, flores de toda variedad y pequeñas ofrendas tales como frutas, velas blancas encendidas y la alegría de los vecinos que celebran con sus mejores galas ese día.


El recorrido de las calles lo acompañan los Giros de San Benito, cuyos bailarines van vestidos de colores estridentes en donde predominan el azul, el rojo y el amarillo, formada esta vestimenta con cintas de seda, tocados con gorros con semejantes coloraciones, que van tocando una maraca (especie de sonajera) con la mano izquierda mientras empuñan un bastón con la derecha. Hacen chocar sus bastones y golpean con ellos el suelo, educando una complicada danza a lo largo del trayecto.

Llegan los danzantes a las puertas de la Iglesia en donde cesa la algarabía y todos se disponen a escuchar con devoción el oficio religioso principal. Finalizada la misa solemne, todos los participantes en esa ceremonia participan en la procesión con la imagen venerada a la cabeza, la cual da la vuelta al pueblo, con más música y retumbar de pólvora, en un ambiente entre profano y sacro, en el que la danza de los negros guerreros pone una nota distintiva. Por su parte las mujeres que componen la Sociedad que las agrupa ejecutan sus bailes típicos tales como el Teje del Sebucán y el Baile 
de la Amistad.



 





Todo finaliza cuando llegan a la Plaza Bolívar, en donde le rinden homenaje a todas la personas y organizaciones que colaboraron para el éxito de las festividades y cada aldea se despide acompañada por los compases finales de la Banda de Guerra, hasta el próximo año en que volverán a encontrarse para celebrar juntos esta fiesta.
Esta celebración está plena de significados arquetípicos en donde lo religioso, lo mágico, lo festivo y lo bélico, se entretejen, evocando un pasado lejano, haciéndonos partícipes de resonancias ancestrales, que nos transportan en el tiempo y espacio a los momentos del nacimiento de nuestra singular idiosincrasia, llena de matices étnicos y culturales, fruto de encuentros y desencuentros, pero con un tesoro que seguimos descubriendo en la espiritualidad y laboriosidad de los hombres que han vivido y siguen presentes en esta tierra de gracia.
Los orígenes de la palabra son un tanto llamativas. Para algunas personas, la palabra merengue proviene la palabra francesa “meringue”, un dulce hecho de las claras de huevo batidas y azucar. Sin embargo, esta mezcla se llama suspiro en Venezuela. Hay un vínculo más fuerte con un baile popular de Haití con ese nombre. Otra teoría relaciona es que el nombre proviene de palabras africanas como "muserengue" o "mouringue tamtam".
En Caracas, el término se designa como un merengue rucaneao que es una forma de bailar en la celebración de las parejas y, a menudo con exagerados movimientos de cadera, paso que le sumo una posterior controversia, ya que era considerado por los conservadores de entonces como una manifestación vulgar. Tal vez por lo acaramelado de su nombre, por la impudicia de sus letras o por la forma de bailarlo, que requería ciertos movimientos acentuados de las caderas y un acercamiento muy estrecho de la pareja. El nombre rúcano proviene de una golosina gelatinosa hecha con tuétano de vaca y meladura de azúcar cuajada en forma cónica (papelón).
Los bailes eran pagados en asuntos, con precios muy populares, como "una locha" (12,5 centavos) o "un medio" (25 centavos) en las salas de baile conocidos entonces como mabiles (prostíbulos donde se bailaba y se tomaba). Este ritmo de compás mocho, penetró el gusto de los caraqueños que habitaban en parroquias como San Juan, La Pastora o San José y fue ganando espacios más allá de los ya conocidos mabiles.

El acompañamiento en vivo constó de cuatro instrumentos de solo: trompeta, trombone, saxófono y clarinete e instrumentos de ritmo como el cuatro, bajo y percusión (que, dependiendo del tamaño del conjunto, podría ser tan simple como un guira, la incorporación de maracas e incluso una caja de batería).
Esta forma musical tuvo su mayor auge entre 1920 y 1940,1​ gracias a los «cañoneros» como eran conocidos aquellos músicos que sacaron el merengue de esos locales nocturnos y lo llevaron a las plazas y los templetes en épocas de carnaval y otras celebraciones populares, recorriendo las calles acompañados de un artefacto llamado trabuco o cañón, que no era más que un pequeño tubo de bambú relleno de carburo de calcio y agua, al que hacían detonar (de ahí el nombre) para anunciar los temas que iban a interpretar a continuación.
Finalmente, ya entrada la década de 1950, los grandes salones sucumben y abren sus puertas a este baile caraqueño, que llegó de la mano de la orquesta de Luis Alfonzo Larrain. El Norte es una quimera de Luis Fragachán, La pelota del Carey de Lorenzo Herrera, Carmen la que contaba dieciséis años y Préstame tu máquina de Balbino García animaron fiestas de matrimonios, quinceañeras, graduaciones y demás jolgorios capitalinos de la época, luego este estilo musical cayó en desuso. No obstante, gracias a la contribución de compositores y músicos de la talla de Carlos Bonnet, Luís Laguna, Pablo Camacaro, Cruz Felipe Iriarte, Otilio Galíndez, César del Avila, Cristóbal Soto, Adelys Freites, Cecilia Todd, Lilia Vera, Simón Díaz, elQuinteto Contrapunto, Ensamble Gurrufío, El Cuarteto, Gualberto Ibarreto, Los Cañoneros y Los Antaños del Stadium, el merengue venezolano ha recobrado su merecido espacio en la escena musical venezolana bajo la métrica de 5/8 la favorita de los músicos y compositores de las últimas décadas.
El merengue venezolano ya no es para tanto el fenómeno popular que estaba en la década de 1920, pero sigue siendo un baile popular, especialmente en Caracas. Varios grupos de "nostalgia" intentan preservar este genero musical, algunos son: Los Antaños del Stadium, Cañón Contigo, Los Cañoneros, Cuarteto Caraquita. conjuntos modernos que incorporan merengues venezolanos en su repertorio incluyen: Grupo Raíces, El Cuarteto, Beto Valderrama, Henry Rubio, Luis Laguna, Ensamble Gurrufio.
El merengue fue abrazado con entusiasmo por la gran mayoría de los compositores clásicos nacionalistas de Venezuela. La pianista y compositora Teresa Carreño escribió varios merengues, y se incorpora la forma como un intermedio en algunas de sus piezas (por ejemplo, en su artículo titulado Un Bal en rêve). El pianista y compositor Moisés Moleiro también escribió y realizó merengues en su repertorio clásico, al igual que Evencio Castellanos. El aaxofonista y compositor Daniel Milano Mayora escribió un buen número de merengues, tanto para la interpretación popular, así como de solos de piano virtuoso. El guitarrista y compositor Antonio Lauro escribió lo que se cree que es la primera pieza en forma de guitarra clásica en solitario, titulado simplemente Merengue en 1945. Rodrigo Riera compuso su primer merengue para guitarra solista, titulado Merengue Venezolano en la década de 1950. Más tarde, escribió muchos otros merengues. El cantante Jesús Sevillano incluye varios merengues en su repertorio, durante la cumbre de su carrera de cantante.
Músicos formales venezolanos contemporáneos continuar cultivar y preservar la forma. Jhibaro Rodriguez' (Maracay, 1971) arreglo de La Zapoara para guitarra de solo y León Zapata es (Caracas, 1955) la composición tituló El Guaro es ejemplos de Merengues escritos o arreglados en la mitad última del siglo XX.
No hay manera acordada de anotar correctamente la entonación del merengue venezolano. Hay dos campos principales, o escuelas de pensamiento, ninguno de los cuales representa de forma adecuada:
La opción de uso más frecuente es para designar a un ritmo 2/4. La primera mitad de la barra está escrito como un triplete de corchea. La segunda mitad de la barra se escribe como dos corcheas. El swing único en la segunda mitad es lo que da el merengue venezolano, su entonación.
Otro enfoque consiste en anotar el merengue venezolano como 5/8. Esta es la forma que los músicos tradicionales utilizan para preferir que la notación no esté tan ocupada pero se supone la familiaridad con el swing único de merengue venezolano.
Fredy Reyna propuso una tercera manera como método en su cuatro, Alfa Beta Cuatro, el cual consta de una 1/5 barra. Hasta la fecha esta no ha sido amplia Polirritmiamente adoptada.
Independientemente de la notación, la yuxtaposición de 3 contra 2 es un tema muy común que impregna la música venezolana y se encuentra en la mayor parte de sus formas, desde joropo, hasta la gran cantidad de patrones de percusión afro-venezolanos.









El merengue venezolano (también conocido como merengue rucaneao) es una forma musical extendida por todo el Caribe, proveniente principalmente de República Dominicana. Las primeras apariciones de merengue en la impresión en Venezuela son de la segunda mitad del siglo 19. Como manía de la danza, el merengue adquirió popularidad en Caracas en la década de 1920. A pesar de que comparten el mismo nombre, los ritmos tienen muy poco en común, excepto que eran comúnmente escritas para una pareja de baile.
 





 
Cultura Popular

Adornada con flores hechas de papel, se presentó

 la cruz que presidió el acto tradicional del Velorio de la Cruz de Mayo, que se llevó a cabo en el Centro Cultural 
Tulio Febres Cordero de la ciudad de Mérida.

El acto de cultura popular fue organizado por la 
Unidad de Manifestaciones Tradicionales 
de la Fundación para el Desarrollo Cultural del estado Mérida, desde donde se busca rescatar estas expresiones
 y  fomentar su permanencia en el tiempo y en la memoria colectiva del Merideño.
En esta oportunidad los participantes dieron una muestra
 de la tradicional manifestación popular de la cruz de mayo cantando galerones, versos dedicados a la cruz del oriente 
del país y escritos por los promeseros. 
También Se interpretaron fulias, piezas musicales acompañadas por la mandolina,  propias de la región oriental  del país ;como también estilos musicales propios del  occidente del país.
Los versos y las décimas, cantos acompasados que se interpretan para venerar la imagen, fueron sumados a las coplas llaneras, que se interpretaron luego de que la santa imagen fuese cubierta por un velo, en señal ,de que la fiesta pagana; daba inicio con el sonar de los tambores y los bailes propios del llano Venezolano.
Material documentado y Autorizado por :
 Unidad de Patrimonio Cultural de FUNDECEM.
Unidad de Manifestaciones Tradicionales De FUNDECEM


La Cruz de Mayo

El Velorio de Cruz de Mayo es una manifestación cultural-religiosa sembrada en la tradición venezolana desde hace más de 150 años en casi todo el territorio nacional. En muchas regiones de Venezuela se conmemoran las tradicionales celebraciones de la Cruz de Mayo todos los sábados de Mayo en las casas particulares, en las que se preparan altares especiales para la cruz, en la mayoría de los sectores del país se acostumbra a vestir la cruz, adornarla, montarla en un altar y alumbrarla.

El motivo principal de esta fiesta en Venezuela y en otros países del mundo, es rendir a la Naturaleza un homenaje por ser en mayo el inicio de la temporada de cosechas, y se vincula a la naturaleza por el hecho de que empieza la época de lluvias. La evolución de la costumbre ha llevado a considerarla como una forma de pedir su protección durante el resto del año. Estas fiestas van acompañadas de manifestaciones musicales propias de cada región, como son los galerones, punto y llano, fulías, malagueñas, romances y tonos. Los instrumentos utilizados son el cuatro, la mandolina, la guitarra, el tambor cuadrado, las maracas y el acordeón. Se reparten también bebidas y dulces típicos. La música, los rezos, la comida y demás elementos varían de acuerdo a la localidad.



Tradicionalmente se elabora la Cruz con madera, ubicándola siempre en un lugar alto y visible; pintada de azul o caoba la cual es vestida con papeles de colores y adornada con flores campestres, tales como rosas, jazmines, malabares, trinitarias y clavellinas. El altar generalmente es hecho con una armazón de caña amarga arqueada y muy bien labrada conformando una especie de nicho forrado con sábanas y adornado con cintas de colores.



En pueblos como Choroní y Puerto Colombia en el estado Aragua , esta celebración es de suma importancia y tradición, y tanto el pueblo como los visitantes participan en una gran fiesta a orillas del malecón y amanecen al ritmo de los tambores, bailando en honor a la Cruz de Mayo.



El principal acontecimiento para los pueblos con raíces africanas, situados a lo largo de la costa central, es la fiesta de San Juan Bautista, del 23 al 24 de junio. Por ser un amigo especial para los afro americanos, lo "bautizan", en el mar o algún río, acto que festejan al son de los tambores y abundante aguardiente (licor fuerte de azúcar de caña) o ron. La Cruz de Mayo

Rindiendo homenaje a la Cruz

Dice la tradición, que el estado Miranda tiene el golpe de tambor más fuerte que cualquier otro sitio, pero no se baila porque es un culto a la cruz, sin embargo, sí se le canta toda una noche. Por esa razón se le llamaba velorio, porque el homenaje duraba hasta que las velas se acabaran, o en ese caso, de la noche hasta el amanecer.

En el año 2014 es declarada la Cruz de Mayo en su Diversidad como Patrimonio Cultural de Venezuela


                                             



  



  










 
 

 


 
























25-08-2017
Estación Barinitas
Barinitas es la puerta de entrada al Mukumbarí



Teleférico Mukumbarí

El  Teleférico de Mérida, es considerado el teleférico de sistema vaivén más alto y largo del mundo en su tipo, persigue convertirse en la obra de infraestructura turística de este tipo más moderna del planeta; cuya transformación se debe a más de 300 héroes que trabajan en mínimas temperaturas en las cumbres andinas 

bajo visiones ecologistas.
es un ascensor de lujo que da entrada a las más bellas montañas venezolanas. Paisaje único en el mundo, ya que posee seis unidades ecológicas que van desde los 1.577 metros sobre el nivel del mar (msnm) hasta los 4.765 msnm en un recorrido de 12,5 kilómetros
Mukumbarí significa en voz indígena “lugar donde duerme el sol”. Esta denominación la daban los primeros habitantes a lo que hoy se conoce como la imponente Sierra Nevada.



Grupo Estable de la Fundación Para El Desarrollo Cultural del Estado Mérida
 Fundecem
 día 25-08-2017
Dicha agrupación folclórica
integrada por los promotores culturales y musicos
como también empleados de Fundecem
dio una Muestra de
Varias Manifestaciones tradicionales Venezolanas
entre ellas la Zaragoza
durante su visita  a Mucumbari.

 


 


 





Representación de la fiesta de los zaragozas 
la cual se realiza en Sanare Estado Lara
cada 28 De Diciembre
también es celebrada en Guarico.

 


 


FIESTA DE LOS ZARAGOZAS

Sanare, Estado Lara

La fiesta de Los Zaragozas pertenece a esa celebración de amplia dispersión en los estados andinos conocida como locos y locainas, que, por alguna razón, en Sanare y Guárico adquirió nombre propio. Se celebra cada 28 de Diciembre, cuando la Iglesia conmemora el Día de los Santos Inocentes en recordación de aquel asesinato colectivo de niños, ordenado por Herodes, la fallida intención de eliminar

 el Niño-Dios.

Para la tradición popular ése es un día de locos y actos disparatados. En su esencia, esta celebración reúne símbolos opuestos. Por una parte está la actitud devocional, representada en la misa y el cumplimiento de promesa según las normas de la Iglesia, junto a ritos populares de rezos y cantos ante una pintura que muestra aquella cruel matanza relatada en el Nuevo Testamento; y por la otra, la conducta festiva de los enmascarados, la música, el baile, los excesos, la alegría, y la inversión de roles, más bien propios del carnaval.



 

Este rito lo repiten en la Iglesia Principal de Nuestra Señora de Santa Ana, en Barrio Arriba. Allí las parrandas enmascaradas recorrían las calles, abundaban hombres con trajes y máscaras femeninas que cantaban canciones obscenas hasta en el atrio de las iglesias. Estos festejos estuvieron tan cargados de elementos paganos que fueron muy criticados y perseguidos, especialmente por los líderes de la Iglesia, quienes, buscando extinguirla, la asimilaron al Día de los Inocentes. Sin embargo, como lo revela la fiesta de Los Zaragozas, aquellos actos paganos no desaparecieron sino que se fusionaron con los ritos religiosos y hoy constituyen una viva expresión de la idiosincrasia sanareña. Dice el cronista de la ciudad José Anselmo Castillo que: "Allí ante el altar; quienes aún portaban máscaras se la quitan, se canta La Salve mientras que el humo del incienso envuelve el espacio ocupado por el cuadro simbólico
 de Los Santos Inocentes.

 

En los inicios estos mamarrachos eran temidos por niños y adultos por las fechorías que realizaban ese día, invadiendo casas y robando comida y bebidas de los pobladores.
De manera que aquí están sincretizados el espíritu y la devoción cristiana con el derroche carnavalesco y pagano. La explicación parece remontarse a tiempos medievales europeos cuando se festejaba la fiesta de los locos en días comprendidos entre Navidad y Año Nuevo.


 

En la actualidad, los preparativos de la fiesta comienzan varios días antes, con la recolección de dinero entre los lugareños para cubrir los gastos de la celebración. El día 28, muy de madrugada se congregan los disfrazados en la casa de la Capitana María Valeria de González. Ella es la encargada de organizar un altar en un espacio abierto de su casa y brindarle café a Los Zaragozas, que en ocasiones, como en años pasados, llegaron a sumar casi 7.000 disfrazados. En la casa de María, se reúnen además, los músicos y cantadores encabezados por Bernabé Alvarado, quien es el Capitán Mayor, Severiano Alvarado, Capitán Menor y responsable del cuadro simbólico de los inocentes y portador de la bandera. Ya con la luz del día y después de haber entonado La Salve y rezado unas oraciones frente al improvisado altar -como indicación del rompimiento- se dirigen todos a la Iglesia de San Isidro para escuchar la primera misa.

 


Al terminar esto, ocurre algo curioso, y es que para poner punto final a todo, por primera vez los disfrazados que ya no portan la careta sacan a las mujeres a bailar. A las mujeres les está prohibido disfrazarse. En el recorrido van todos tras la imagen de los Santos Inocentes, seguidos por los músicos y más atrás todos los trajeados de zaragozas que se mueven libremente, mientras marcan con el paso el acento básico de la música propia de la fiesta. Una vez concluida la misa los enmascarados se congregan en el exterior frente a la entrada del templo cristiano y allí bailan cargando a aquellos niños a quienes, según la fe creyente, los Santos Inocentes les han restablecido de salud, por lo que sus madres pagan promesa. Miles de visitantes de pueblos vecinos y turistas se congregan ese día en Sanare para compartir esa fiesta popular. Posteriormente toda la comitiva recorre las calles del pueblo cantando y bailando libremente hasta casi finalizada la tarde cuando exhaustos, se retiran a sus hogares mientras los músicos y algunos disfrazados regresan al altar de la Capitana María González, de donde partieron, para formular las últimas oraciones en compañía de algunos creyentes y así realizar EL ENCIERRO.
 


 



 





 


 



 



 


 



 

  





 



 



 



 



 



 


Viernes 18-08-2017

Estación La Montaña


 

 

 

 

 



 



 



 







 









 












25-08-2017
Estación Barinitas
Barinitas es la puerta de entrada al Mukumbarí


Teleférico Mukumbarí

El  Teleférico de Mérida, es considerado el teleférico de sistema vaivén más alto y largo del mundo en su tipo, persigue convertirse en la obra de infraestructura turística de este tipo más moderna del planeta; cuya transformación se debe a más de 300 héroes que trabajan en mínimas temperaturas en las cumbres andinas 

bajo visiones ecologistas.
es un ascensor de lujo que da entrada a las más bellas montañas venezolanas. Paisaje único en el mundo, ya que posee seis unidades ecológicas que van desde los 1.577 metros sobre el nivel del mar (msnm) hasta los 4.765 msnm en un recorrido de 12,5 kilómetros
Mukumbarí significa en voz indígena “lugar donde duerme el sol”. Esta denominación la daban los primeros habitantes a lo que hoy se conoce como la imponente Sierra Nevada.
 

Grupo Estable de la Fundación Para El Desarrollo Cultural del Estado Mérida
 Fundecem
 día 25-08-2017
Dicha agrupación folclórica
integrada por los promotores culturales y musicos
como también empleados de Fundecem
dio una Muestra de
Varias Manifestaciones tradicionales Venezolanas
entre ellas la Zaragoza
durante su visita  a Mucumbari.
 


 


 



 

Representación de la fiesta de los zaragozas 
la cual se realiza en Sanare Estado Lara
cada 28 De Diciembre
también es celebrada en Guarico.

 


FIESTA DE LOS ZARAGOZAS

Sanare, Estado Lara

La fiesta de Los Zaragozas pertenece a esa celebración de amplia dispersión en los estados andinos conocida como locos y locainas, que, por alguna razón, en Sanare y Guárico adquirió nombre propio. Se celebra cada 28 de Diciembre, cuando la Iglesia conmemora el Día de los Santos Inocentes en recordación de aquel asesinato colectivo de niños, ordenado por Herodes, la fallida intención de eliminar

 el Niño-Dios.

Para la tradición popular ése es un día de locos y actos disparatados. En su esencia, esta celebración reúne símbolos opuestos. Por una parte está la actitud devocional, representada en la misa y el cumplimiento de promesa según las normas de la Iglesia, junto a ritos populares de rezos y cantos ante una pintura que muestra aquella cruel matanza relatada en el Nuevo Testamento; y por la otra, la conducta festiva de los enmascarados, la música, el baile, los excesos, la alegría, y la inversión de roles, más bien propios del carnaval.


 

Este rito lo repiten en la Iglesia Principal de Nuestra Señora de Santa Ana, en Barrio Arriba. Allí las parrandas enmascaradas recorrían las calles, abundaban hombres con trajes y máscaras femeninas que cantaban canciones obscenas hasta en el atrio de las iglesias. Estos festejos estuvieron tan cargados de elementos paganos que fueron muy criticados y perseguidos, especialmente por los líderes de la Iglesia, quienes, buscando extinguirla, la asimilaron al Día de los Inocentes. Sin embargo, como lo revela la fiesta de Los Zaragozas, aquellos actos paganos no desaparecieron sino que se fusionaron con los ritos religiosos y hoy constituyen una viva expresión de la idiosincrasia sanareña. Dice el cronista de la ciudad José Anselmo Castillo que: "Allí ante el altar; quienes aún portaban máscaras se la quitan, se canta La Salve mientras que el humo del incienso envuelve el espacio ocupado por el cuadro simbólico de Los Santos Inocentes.

 

En los inicios estos mamarrachos eran temidos por niños y adultos por las fechorías que realizaban ese día, invadiendo casas y robando comida y bebidas de los pobladores.

De manera que aquí están sincretizados el espíritu y la devoción cristiana con el derroche carnavalesco y pagano. La explicación parece remontarse a tiempos medievales europeos cuando se festejaba la fiesta de los locos en días comprendidos entre Navidad y Año Nuevo.


 

En la actualidad, los preparativos de la fiesta comienzan varios días antes, con la recolección de dinero entre los lugareños para cubrir los gastos de la celebración. El día 28, muy de madrugada se congregan los disfrazados en la casa de la Capitana María Valeria de González. Ella es la encargada de organizar un altar en un espacio abierto de su casa y brindarle café a Los Zaragozas, que en ocasiones, como en años pasados, llegaron a sumar casi 7.000 disfrazados. En la casa de María, se reúnen además, los músicos y cantadores encabezados por Bernabé Alvarado, quien es el Capitán Mayor, Severiano Alvarado, Capitán Menor y responsable del cuadro simbólico de los inocentes y portador de la bandera. Ya con la luz del día y después de haber entonado La Salve y rezado unas oraciones frente al improvisado altar -como indicación del rompimiento- se dirigen todos a la Iglesia de San Isidro para escuchar la primera misa.

 


Al terminar esto, ocurre algo curioso, y es que para poner punto final a todo, por primera vez los disfrazados que ya no portan la careta sacan a las mujeres a bailar. A las mujeres les está prohibido disfrazarse. En el recorrido van todos tras la imagen de los Santos Inocentes, seguidos por los músicos y más atrás todos los trajeados de zaragozas que se mueven libremente, mientras marcan con el paso el acento básico de la música propia de la fiesta. Una vez concluida la misa los enmascarados se congregan en el exterior frente a la entrada del templo cristiano y allí bailan cargando a aquellos niños a quienes, según la fe creyente, los Santos Inocentes les han restablecido de salud, por lo que sus madres pagan promesa. Miles de visitantes de pueblos vecinos y turistas se congregan ese día en Sanare para compartir esa fiesta popular. Posteriormente toda la comitiva recorre las calles del pueblo cantando y bailando libremente hasta casi finalizada la tarde cuando exhaustos, se retiran a sus hogares mientras los músicos y algunos disfrazados regresan al altar de la Capitana María González, de donde partieron, para formular las últimas oraciones en compañía de algunos creyentes y así realizar EL ENCIERRO.
 


 



 


 






 



 

 

 



 


 



 



 



 



 



 


 

 



 


Viernes 18-08-2017

Estación La Montaña



 



 







 



 



 




 







 




 



 

 




 


Tradiciones Venezolanas 01-11-2016
Africantos de Venezuela
Ever delgado tambor marcao 1
Miguel marcano tambor marcao 2
Diarme blanco coros y voz solista
Vianny molina voz solista y coros
Nivis corozay voz solista y coros
Maigualida amaya voz solista y coros
Jorge becerra cuatro y voz solista
Mitiliano diaz tambora de cata cantautor y directos del grupo africntos de Venezuela
Johan Manuel Marquez en las congas y percusión general.

Mercado tatuy De Mérida
Centro de Compra Cultural
Avenida 2 Ramos de Lora con Calle 20. Centro histórico.

Construido en 1992. En el Mercado TATUY se agrupan los vendedores del antiguo Mercado Principal. Posee una fachada con alero de madera y teja, puerta principal en madera, con arco superior en vitral de dos alas. Tiene paredes en tapia, patio central, zócalo en piedras, pilares de madera, corredores utilizados para la venta de productos con acceso al patio, escaleras en terracota, lavadero, baños y restaurante. Además presenta techo de madera y teja, un jardín frente al comedor, pared visible en su condición natural.

Desde tiempos coloniales la plaza mayor de Mérida (hoy Plaza Bolívar) era el lugar de mercado los días lunes. Allí acudían pobladores de los campos vecinos con sus cargas y cosechas a lomo de bestias. La plaza se convertía, cada lunes, en un potrero donde pastaban con toda libertad no solo vacas, burros y mulas sino que “por todas partes se conseguían marranos, perros, gallos, gallinas, pizcos, patos y demás”, como afirma la crónica de la época. No era solo potrero, sino también circo de toros en los días de fiesta nacional. El aspecto de la plaza era tan lastimoso (embostado y enlodado) que la comunidad solicitaba la construcción de un mercado o la mudanza de aquel a un lugar más apropiado.

La municipalidad había previsto desde 1.876, bajo el gobierno regional de José Muñoz Tébar, trasladarlo a lo que había sido el Convento de santa Clara –destruido por el terremoto de 1.812- y que ocupaba toda la manzana comprendida entre las avenidas 2 y 3, entre calles 21 y 22. En mayo de 1.874 el presidente Guzmán Blanco expropia los bienes de la Iglesia y por ende el Convento de las Clarisas, que para entonces se había reconstruido parcialmente.

Fue tan solo en el año de 1.895, durante la programación de actos para conmemorar el centenario del nacimiento del Mariscal Sucre, siendo presidente del estado Atilano Vizcarrondo, que el mercado estuvo terminado. Tenía unos 600 metros cuadrados de techo de zinc galvanizado que se apoyaba en 44 columnas de madera con tres entradas que daban a las Av. 2 y a las calles 21 y 22. En 1.924 al edificio le fue reparado sus cañerías, los desagües, sus techos y se le renovaron los pisos. Allí se realizaron las primeras proyecciones de cine en Mérida, pues el centro de aquel mercado servía para espectáculos culturales.

Foto de Oswaldo Jiménez (*)

A mediados de 1.940 aquel mercado estaba casi en ruinas, por lo que el gobernador Hugo Parra Pérez decide reacondicionarlo. Se encomendó al destacado Ing. Leopoldo Garrido la ejecución de aquella obra realizada en estructura metálica y madera. El remozado mercado fue inaugurado en noviembre de 1.942 por el presidente de la República Gral. Isaías Medina Angarita lo que nos da una idea de lo importante que era para los merideños aquella estructura que había costado al gobierno regional 388.409 Bs. Era gobernador del estado el Cnel. Juan de Dios Celis Paredes.

En 1.952 se le hicieron algunas modificaciones para incorporarle un segundo piso que fue destinado -en principio- para la venta de comida popular y almacén de mercaderías. Aquellos originales puestos de comida son los primigenios de los que existen en el actual Mercado Principal de la ciudad, pues sus descendientes continuaron el arte culinario y prácticamente son el mismo menú de antaño.

Aquel mercado, de acuerdo a lo que reposa en los archivos de la Alcaldía del Municipio Libertador, tenía 20 puestos en la planta alta (14 de comida), 33 en la planta baja central, 30 en los laterales, 13 quincallas, 18 tiendas de ropa y 53 en ambos lados del otrora Pasaje Tatuy. Este famoso Pasaje, que dividía la manzana donde estaba el mercado en dos partes asimétricas, era sitio obligado para la compra de carnes y pescado de todo tipo. El mercado definitivo –el mismo que se incendió el 17 de mayo de 1987 (hace 26 años)- ocupaba el área donde hoy día funciona el Centro Cultural Tulio Febres Cordero.

Imposible escribir y hablar sobre aquel viejo mercado sin evocar algunos recuerdos –por supuesto incompletos- sobre populares puestos de servicio que fueron notorios durante toda una época. Recordemos que fueron más de 100 años, 113 para ser más exactos de encuentro del campo y la ciudad, tiempo y espacio para el intercambio comercial y social, el campesino, el ciudadano común, el religioso, el político, hombres y mujeres coincidían en el mercado en búsqueda de noticias recientes, saber de los enfermos, de los que salían de viaje o de los que retornaban a la ciudad, las viudas a pedir consejos para sus inversiones. Cada producto y cada vendedor tenían su lugar en el viejo mercado.

Bien dentro de aquel mercado o en las calles adyacentes y sus alrededores, recordamos varios destacados negocios: “El gallo de oro” de don Julio Sosa con su venta de sombreros borsalinos y cobijas de marca; la “Joyería Suiza” de Tomás y Ernesto Lenzo”; la tienda de artefactos eléctricos (La Curazao) de Marino Villamizar, La Gran Bodega del español Solana, La Casa del Pueblo de Efraín Peña y al lado, la marquetería artística de Guillermo Contreras que después su hermana Rosita la transformaría en zapatería, luego el famoso Peppino y sus lujosos trajes. Todos por la calle 22. Cerca de allí, frente a la farmacia Mérida de Ezio Carrero García, donde paraban los carros que iban a Tovar, el simpático Rafael vendía sus sabrosas arepas de chicharrón y la inigualable parrilla de yuca con cochino. En aquella farmacia se conseguían parches porosos, cataplasmas, píldoras del Dr. Ross, leche de magnesia, sal de Glover y sal de Epsom, Iodex, Glostora, Tricófero de barry, Bell-Cream, Emulsión de Scott y cigarrillos Alas, Lido, Chesterfield, Fortuna y el colombiano Piel Roja.

Por la calle Lora (Av. 2) destacaban: la venta de licores de Faustino Barrios (aguardiente Motatán y ron Santa Teresa) y en la parte alta Radio Universidad con don Orángel Dubuc desde 1950, la quincallería de José T. Oquendo; la Casa Alicia de las Prieto, Las Novedades de don Antonio Ramírez y Almacenes San Benito de Isabelino Pérez, la lencería de Ramón Ayssami y la sastrería de don Luciano Rivas, el bazar de Luis Paredes y el último barbero “de a bolívar” en la barbería Leticia del caraqueño Alejo Antonio Pérez. Melesio Rojas y su surtido abasto, los almacenes Chama del español Santiago “el bigote que vende”, las sabrosas barquillas (hechas en sorbetera) de Marcelino Vielma que utilizaba fórmulas de don Mariano Picón Ruiz de principios de siglo XX, los alfondoques de la canosa doña Teresa. Fidel Ramírez y sus artículos de aluminio, las alpargatas de Luis Navas, las panelas de Antonio, los sombreros de cogollo de Emiliano Maldonado, los trajes de Chicho Salas, la armería del Sr. Chipia, los cafetines de Cléber Angulo y Francisco Quintero.

Todo a Real y la juguetería El Payaso marcaron un ciclo, la cava de Caledonia y la popular “mis cachetes” vendiendo pescado por la entrada por la calle Lora. Por allí estaba Pildorín con su enferma pierna, su guitarra y sus alegres melodías o el puesto de venta de comida rápida en la esquina de las escaleras hacia el barrio Pueblo Nuevo donde se ofrecían arepas fritas rellenas con mortadela y plátano asado con queso “a real”. Las descendientes de Plácida invitaban guamas y dulces mamones de Ejido, el afilador de cuchillos y navajas o el que vendía “hielo del pico El Toro”. El Abastecimiento Municipal de Mercedes Avendaño y Olivo Contreras en la parte alta del mercado donde se disfrutaban los sabrosos platos de Josefa; y la recordada doña Anselma con su artesanía de Los Guaímaros. Destacaban los abastos la Concordia y La Reforma que administraba Félix Molina, El Centavo Menos del viejo Paredes, los víveres de Bonifacio Méndez, los móviles de madera de José Belandria que luego resultaría un cotizado artista popular, las muñecas de anime de don Hilario, Antonio Zambrano y sus ollas de peltre, las piñas de Polonia Peña, por tan solo nombrar algunos.
Recordamos al eterno fiscal de tránsito: el cordial José Ramón Molina.
Al final de la calle 21 el restaurante-bar El Argentino, que regentaba el noctámbulo Alirio, ofrecía parrilla criolla a 3 Bs a partir de las 9 pm. Tenía una sonora rokola Wurlitzer (5 canciones por un bolívar), donde permanentemente se marcaban A5 “Maldito cabaret” de Julio Jaramillo y B6 “Yo no he visto a Linda” del inquieto anacobero Daniel Santos. Aunque también escuchábamos a Leo Marini, Bienvenido Granda o Toña La Negra.
Un detalle importante era los Carritos para el mercado fabricados artesanalmente por muchachos, una especie de carretas con ruedas Rolineras, pero en forma de cajones en cuyo interior colocaban el mercado que hacían las señoras y lo trasladaban hasta la propia casas vecinas. La ciudad era aún pequeña y no había la profusa circulación de vehículos.

Y el añorado pasaje Tatuy, descrito por el joven cronista Antonio Paredes Valero con precisión inigualable. Lleno de recuerdos, habían puestos para carnes y pescados que atendían con esmero y amabilidad Francesco, Antonio, Santos y Giussepe Bálsamo Digoralino, Luigi y Salvatore Casa, Poncio, Sopito Pavone y su socio Rodolfo Lanzelote (el pescado más fresco de la ciudad), Francisco Cremona, Antonio Azaro, Manuel Sbarren, los Giambalvo, Manuel Gallo, Arturo Méndez, Amadeo Peña, el pescado seco de Aniceto Araujo y José Ramírez y otros puestos que alquilaba el ganadero Adalberto González. Más abajo el sitio de lotería de Felipe Alvarado, los sombreros de fieltro de Domingo Guerrero y el alquiler de películas de María Eugenia Uzcátegui (películas portátiles de 12 láminas) -a locha- de Rin-tin-tin, Gene Autry, Hapolong Cassidy o Roy Rogers, la Casa Silka de Ramón Jaimes y sus figuras de vírgenes, rosarios y santos. Don Ramón tuvo el primer equipo de sonido rodante, donde perifoneaba en su camioneta ranchera verde Dodge (de los años ’50) para promocionar cualquier evento de la Mérida de antaño. Como añoramos el guarapo fuerte de Gerónimo Cuevas. Los fotógrafos ambulantes –donde destacaba don Rafael Ibarra- con su tríptico y su balde de revelado diagonal a la Botica Francesa del Dr. Bourgoin, el robusto negro trinitario que vendía ricos tostones y José Faustino Angulo “caraquita” con su jaula y el lorito de la suerte, todavía anda por allí cerca de la Catedral y señala que tiene más de sesenta años en el oficio. Hasta el catire Bravo “el rey de los chalanes merideños” cotizaba allí sus amansados potros, según relata Mariano Picón Salas. Más allá los billares de Alizo en el “Casablanca”. Los hoteles Royal, el Llanero, Bellavista, Central y los expendios de licores de Bernardino o Neftalí Ávila así como la Tacita de Oro de Michelle Cardinale Digruccio, al lado del otrora Cineladia marcaron un espacio difícil de olvidar.
Aquello era algo más que un lugar de compra y venta, algo más que un viejo edificio, más que un sitio era un mundo de relaciones, sucesos, era magia, carisma y magnetismo.
¡Cómo disfrutábamos aquellas barquillas de mantecado –y a medio- de don Marcelino Vielma!


























No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Johan Marquez  es Músico Percusionista Oriundo del estado Mérida Venezuela. Ejecutante de las Congas  entre otros ins...